Dice Marcelo Mangone


Los vi jugar, los vi sentarse y caminar, perderse y encontrarse, los vi intentar viajar por sus recuerdos, volver sobre sus pasos , reaprender , tratar de bucear en el mar de la desmemoria, un mar embravecido que no les permitía ser. También los vi enfurecer en bocanadas de ahogo. Y me quedé en silencio. Y de ese silencio nacieron muchos de los movimientos de Ana, de Saverio y de Raquel, la música de estos cuerpos en deterioro que perciben el olor y el calor del afecto sincero como el único cabo que los ata a la vida, tanto como a nosotros, “ los sanos”, los que siempre creemos que tenemos intacta nuestra memoria.